La globalización, la robótica y la pandemia han traído grandes cambios en las organizaciones y un nuevo papel de los trabajadores, profesionales y técnicos. Existe un nuevo perfil organizacional, que ya no es concebido como una fábrica, con procesos definidos y difíciles de modificar, sino como organizaciones ágiles, que actúan como seres vivos, que asimilan los cambios de manera rápida, adaptándose constantemente a las nuevas realidades para poder sobrevivir, donde ha aumentado el outsourcing y el teletrabajo fuera de las oficinas.
Estos cambios requieren el desarrollo de nuevas competencias de los trabajadores, muchas de ellas ligadas al aprendizaje continuo, pero también nuevas actitudes y aptitudes, requiriéndose además el ser capaz de aportar valor a la propia organización y a la sociedad en su conjunto.
las grandes empresas seguirán existiendo, la globalización ha dado como resultado en los últimos años una tendencia a su concentración en pocas manos, sin embargo, la virtualidad y la dinámica de internet hará que muchas empresas y trabajos aparezcan y desaparezcan con una rapidez sorprendente. Las empresas “se harán y desharán”, tendrán un inicio y un final.
Esta nueva realidad, sin duda afectó a las formas de trabajo, antes de la pandemia era un tema recurrente, la preocupación de los sindicatos por la era 4.0 y la robotización, la cual se vio acelerada por la crisis sanitaria.
También ha aparecido un nuevo profesional, uno más autónomo, cada vez mas importante, capaz de organizarse para atender las necesidades de un colectivo, el Profesional del Siglo XXI, que basa su trabajo en el uso de de las tecnologías de la información y las comunicaciones, que trabaja desde distintos lugares. Juega una papel cada vez mas importante el conocimiento y autoaprendizaje. Quedando un gran porcentaje de la población mundial por fuera de esta realidad, sobre todo los primeros integrantes de la generación X.
Entramos de lleno en una sociedad marcada por los avances tecnológicos y por una nueva cultura, de distanciamiento social y de incertidumbre, donde las habilidades personales y las competencias blandas tienen cada vez más importancia, donde la riqueza se encuentra cada vez menos en los objetos tangibles y cada vez mas en los servicios.
Estos cambios que parecen tan dramáticos, abren enormes posibilidades para el profesional, sin embargo, debe adaptarse y actualizase para poder aprovecharlas, comprometerse con su mejora personal y con la sociedad. adquiriendo un rol activo en la garantía de una sociedad más justa y equitativa. En todos los ámbitos laborales afloran nuevas necesidades, y lo que más se demanda son actitudes de receptividad ante los cambios y tener capacidad para afrontar los retos que se presentan de manera innovadora.
Se demandan nuevos conocimientos, así como unas actitudes y aptitudes determinadas. Peter Drucker señala que el Siglo XXI será recordado más que por avances tecnológicos, por los profundos cambios en las profesiones. Todos estaremos obligados a lo largo de nuestra vida a tomar diferentes opciones de tipo laboral. Cada vez habrá una mayor distancia entre lo que se ha estudiado y los trabajos que se realizan. Si hace unos años ésta se encontraba ligada directamente a un título, hoy es únicamente un punto de partida, y tenerlo ya no implica ser un profesional. La profesionalidad debe expresarse con un compromiso social y colectivo, encontrándose estrechamente relacionada con aspectos como el aprendizaje permanente.
Dentro de las nuevas competencias, la mas importante es tener un propósito y una visión de futuro, ser capaz de prever y anticiparse a escenarios que están aún por venir, saber enfrentarse a los continuos cambios. Es más, debe conocer la forma de actuar para convertirse en el catalizador de dichas transformaciones y ayudar a la organización a adaptarse a las nuevas realidades.
Internet ha tenido un papel perverso ya que muchos han considerado que son unos buenos profesionales por el simple hecho de saber moverse con agilidad por la Red. Internet ha cambiado el papel del profesional, que debe centrarse en ver cómo puede aportar valor a sus clientes y usuarios, Para poder añadir valor, es indispensable conocer las necesidades y expectativas cambiantes de los usuarios, en un entorno también cambiante. Se abren enormes posibilidades para los profesionales, en este entorno cambiante, el reto es saberlas aprovechar teniendo un mayor papel social, con una imagen más innovadora y comprometida.
Para poder capitalizar esas oportunidades el Profesional del Siglo XXI debe considerar los siguientes características:
- Ser emprendedor: tener la capacidad de entender el entorno, identificar una oportunidad de negocio, tomar la decisión, organizar los recursos necesarios y poner en marcha el emprendimiento, sea pyme o startup
- Tener fluidez digital (tecno-consciencia): hoy día, sin destrezas tecnológicas, estás fuera del mundo. Saber de tecnología no es una opción, hay que saber qué tecnologías existen, cuáles van surgiendo, para qué sirven, quiénes las conocen y cómo aprenderlas.
- Autonomía, ser proactivos. Trabajes por cuenta ajena o por cuenta propia, ser una persona autónoma significa ser una persona con recursos propios.
- Curiosidad: La curiosidad, combinada con un discernimiento desarrollado, que permita separar la información valiosa de la que no lo es, es una herramienta clave para mantenernos competitivos.
- Aprendices de por vida: Es imprescindible aprender constantemente. El riesgo de no hacerlo, o no aprender lo suficientemente rápido sobre lo realmente relevante, implica un alto riesgo de obsolescencia. Contar con un entorno personal de aprendizaje (PLE), ser capaz de acceder a información en inglés y desarrollar un perfil en «T» (combinar la especialización en un tema muy concreto con una amplia variedad de saberes diversos más generalistas) es clave para mantenerse actualizado y estar al día.
- Tolerancia al riesgo, a la incertidumbre y ser resilientes: La capacidad para asumir de forma habitual riesgos más o menos razonables, saber encarar los fracasos de forma positiva, entendiéndolos como aprendizaje.
- Aptitudes para el trabajo colaborativo, la comunicación y las relaciones interpersonales. con habilidades de comunicación para transmitir la información de manera personalizada en función de quien sea el destinatario. Extrovertido.
- Adaptabilidad: con capacidad de asimilar el cambio de forma rápida y segura
- Movilidad: Saber trabajar en cualquier lugar —presencialmente y de forma remota— amplía las posibilidades de integrarte en redes diversas y trabajar en múltiples proyectos.
- Conocimiento de cultura empresarial, habilidades en la toma de decisiones, de ventas y marketing, sabiendo mostrar que nuestra oferta de servicios agregan valor y genera beneficios.
- En red: La red es la estructura del mundo interconectado. Ser independiente hace aún más necesaria la conexión a múltiples redes para mantener al día nuestro conocimiento, llegar al más clientes y disponer de recursos para abordar cualquier proyecto.
- Tener un propósito: la mejora continua, identificación y anticipación a las necesidades y expectativas. Asumir y saber compartir responsabilidades. Implicarse activamente en el entorno profesional con participación en asociaciones y redes profesionales.
- Orientación a proyectos: El proyecto es al siglo XXI lo que el puesto de trabajo fue al siglo XX. La capacidad para trabajar orientado a resultados, acotados en el tiempo y compaginando varias actividades a la vez.
- Marca personal: La marca personal va mucho más allá del marketing en redes sociales e incluye todo lo que haces, cómo lo haces, con quién lo haces y para quién lo haces, es la huella que dejas en otros, sean clientes, colaboradores, etc. Una marca personal sólida significa que eres una persona con credibilidad, fiable y excelente reputación.
- Efectividad personal: Es esencial contar con un método que te ayude a poner el foco en lo realmente importante y que te proporcione el control y la perspectiva necesarios para lograr los resultados que buscas.